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martes, febrero 10, 2004

Prisas 

Acostumbro a hacer las cosas corriendo; no es por gusto, pero el tiempo me pasa volando y no me entero.

Mi vida normal empieza cuando me levanto de la cama de un salto porqué se me suelen pegar las sábanas; después corro a buscar el autobús (por suerte el autobusero es un encanto y suele reducir la velocidad cuando me ve esprintar a los peatones, farolas y papeleras); como en un plis plas (aunque soy lentísima y estoy horas rumiando como una vaca); y me reúno o voy a algún curso (estoy enganchada, no lo puedo evitar) con la gente después del trabajo.
Llegando tarde, eso sí; es como la marca de la casa y aunque he intentado reformarme la verdad es que no lo consigo.
Como consecuencia, más de una vez me pasan cosas raras y sospecho que debo estar incubando una más que probable úlcera estomacal por culpa de los nervios.

Una vez, con las prisas me cepillé los dientes con el cepillo de mi compañera de piso (la culpa es suya, que lo dejó en mi estante!!!!) y sólo me enteré cuando terminé de cepillarme vigorosamente.

Después de este maravilloso episodio de mi vida leí en alguna parte que compartir el cepillo era una de las causas del contagio de un determinado tipo de hepatitis y como soy híper aprensiva, me pasé algo así como un mes observando a la colega por sí le veía alguno de los síntomas que se reflejaban en el artículo.

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